La semana pasada me encontraba caminando por la avenida Callao,casi llegando a Córdoba, y vi en una esquina unos llamativos carteles que tapiaban los vidrios de un comercio, lo cual llamo mi atención inevitablemente... ya que estaban diseñados para eso: ¡ llamar la atención !
Así que me paré de frente al comercio y caí en la cuenta que anuciaba la llegada (coming soon) de una cafetería de la cadena Starbucks... sí, americana, la de las películas, la de los 13.000 empleados o "socios", como ellos los llaman; la de las denuncias monopólicas, la de la historia encantadora de su fundación con sus socios persiguiendo el american dream.... Con todo eso desenbarca acá, en el país del cafetín, del bar, de ese reducto que otrora sirvió para albergar a ilustres personajes de la política, de las artes y de tantos otro empastes.
Ese comercio tan popular y arraigado a nuestra ecléctica cultura, pero tan nuestro... Ese punto de encuentro del argentino donde todo lo resuelve... el café... Y me sentí invadido. Están tocado el último bastión de particularidad urbana que tiene baires y su gente, con todos sus defectos. Ya habían ido por la comida, los cines, los almacenes, las ferreterías y todo rasgo cultural capaz de transformarse en un producto de mercado, de compras impulsivas de cosas que no necesitamos y de cosas que no hacemos, impuestas por el dominio imperialista americano en vías de extinción. Luego, regresé a casa y busqué en Internet un poco de información a cerca de esta gran inversión de algunos cerebros inmobiliarios... y encontré unas palabras que me resultaron interesantes de parte de sus represntantes: "Su llegada a la Argentina no será sencilla, al menos a nivel de competencia (...) el director comercial de IRSA,en medio de negociaciones para transformar la esquina de Coronel Díaz y Arenales en un rincón "internacional", donde Starbucks quedará ubicada junto al lado de otra cadena estadounidense, TGI Fridays." Y la más sorprendente: "Abrirán tres o cuatro locales más durante 2008 y luego lo que la gente nos deje poner". Y ahí comprendí que podríamos, tal vez, decirle NO a Starbucks, decir: "No cambien nuestro estilo de vida, nuestra cultura, nuestra manera de relacionarnos. No traten de imponernos modelos repetitivos en todos los aspectos de nuestro acervo popular. Porque tal vez algunas cosas no deban cambiar nunca... como mi cafetín... y tantas otras...

PD: Tuve la oportunidad de probar los productos de la cadena en distintos países y no es una experiencia única, ni mucho menos. Y con respecto a la fuente de empleo, pueden leer más acerca de sus políticas de negocios y RRHH en el libro "No logo" de Naomi Klein y diversos articulos al respecto.